¿Recuerdas lo que ocupaba un disco flexible a finales de los 90? Sí, 1,44 megas. Cualquier foto que hagas con tu móvil tiene un peso muy superior, y no digamos si se trata de un vídeo grabado en 4K. Todo esto nos ha llevado a que nuestras necesidades de espacio se disparen. De hecho hay teléfonos con 1 TB de memoria. Es decir, la capacidad de almacenar miles de fotos de alta resolución y 8 veces más que el ordenador desde el que estoy escribiendo esto, que solo tiene 3 meses. Cada vez necesitamos más almacenamiento físico en nuestros equipos, no solo con los discos que incorporan, sino por almacenamiento en la nube.
¿Estamos ante el fin o la decadencia del almacenamiento físico? Un debate interesante que da pie a la reflexión, ya que esta manera de guardar archivos va siendo cada vez desplazada de forma evidente por las opciones virtuales. El aumento de la seguridad y el acceso a los datos en cualquier lugar en el que haya internet le hacen ser un firme candidato a la manera en la que custodiamos nuestros datos.
¿Por qué el almacenamiento físico está en el punto de mira?
Basta con dar una vuelta por cualquier tienda online para ver cómo están cayendo los precios de los discos externos HDD, los clásicos magnéticos. Los SSD, más modernos, también son bastante asequibles a cualquier bolsillo y su precio ha decrecido. Pero lo que está generando interés son los servicios en la nube. Los puntos fuertes son bastantes, pero resaltamos:
- Hay opciones de almacenamiento limitadas que son gratuitas.
- Existe una oferta muy numerosa.
- Ya hay servicios que funcionan con tecnología blockchain.
- Son accesibles en donde haya internet, es decir, en la mayor parte del territorio.
- Los datos suelen cifrarse, cosa que en el almacenamiento físico solo hacen los usuarios más avanzados.
- Evitas problemas de golpes, caídas o fallos de funcionamiento. Recuperar un disco duro dañado puede llegar a ser muy costoso.
Esto está llevando a que cada vez más sean los usuarios que apuesten por confiar sus archivos a la nube. Afortunadamente no tenemos ya esas brechas enormes de seguridad que podía llevar a filtraciones masivas de datos, como la que sufrió iCloud en 2014, que puso al descubierto fotos de celebridades. La seguridad es ahora un puntal intocable para las empresas que ofrecen estos servicios.
Por otro lado, el almacenamiento físico presenta el inconveniente de no estar siempre disponible. Si quieres tener acceso a tus datos has de llevarlos contigo, cosa que no ocurre con la nube. Parece que poco a poco se va perdiendo el miedo en confiar la custodia de nuestra información a empresas externas. De todas maneras, esto es algo que no parece un problema. ¿Acaso no crees que las redes sociales no leen tus mensajes? ¿O la gran cantidad de información que hay sobre ti en internet y que desconoces? No conviene darle muchas vueltas a la cabeza, el almacenamiento en la nube no tiene nada de malo.
La tendencia actual es a ir usando cada vez más la nube, pero teniendo siempre el apoyo del almacenamiento físico por si acaso, Es muy habitual guardar una copia de toda tu información en ambos, ya que, rara vez, tu nube puede no estar disponible y necesitar acceder a una información concreta. Pero esto requiere un trabajo extra, tener que volcar copias de seguridad de forma recurrente, qué menos que una a la semana.
En todo caso, nadie puede negarse que la nube es ya una realidad, que el usuario le ha perdido el miedo y que están dando buenas muestras de que podemos fiarnos de ellas. ¿Llevará a que el almacenamiento físico quede de manera residual? No parece demasiado probable, pero sí que tenga un menor peso específico.